A finales de los noventa se rumoraba que se reconvertiría en una instalación de turismo de salud, pero, luego de décadas de abandono total, el sanatorio Antituberculoso Pilar San Martín sigue siendo una ruina fantasmagórica en medio de la nada.
Ubicado en Guanito, en el kilómetro 18 de la carretera que conduce a Luis Lazo en Pinar del Río, el sanatorio para pacientes de tuberculosis mandado a construir por el presidente Ramón Grau San Martín es un esqueleto arquitectónico donde sobreviven damnificados de ciclones y familias abandonadas de toda protección social.
Hasta allí se fueron los reporteros del canal de YouTube Mario Sergio TV para mostrar el estado en el que se encuentra una infraestructura que costó unos 400,000 pesos en 1948 (año de su inauguración), lo que equivaldría a unos $5,220,580 dólares de hoy día.
Aunque desde su apertura el hospital tuvo problemas con el abastecimiento de agua, el paso del tiempo y la desidia reinante tras el triunfo de la llamada “revolución” convirtieron una institución puntera en su momento en un inmueble desvencijado, con un grado de deterioro irreversible y poblada por víctimas de la exclusión social imperante en el régimen comunista.
Una comunidad atrapada en la miseria
Entre los habitantes de Guanito se dice que por allí se pasean fantasmas, pero lo cierto es que viven familias con niños, algunos con problemas en su desarrollo, y todos marcados por la extrema pobreza y la carencia de un techo donde vivir dignamente.
Médico y pinareño, Grau San Martín encargó construir el sanatorio Antituberculoso Pilar San Martín (nombre de la madre del presidente) con capacidad para 69 camas. Dotado de todos los adelantos de la época, el hospital llegó a tener con el paso de los años hasta 150 camas de capacidad.
El aislamiento del inmueble se consideraba necesario, pues la tuberculosis, altamente infecciosa, se consideraba muy peligrosa en los años en que se estableció la institución.
Tras la disminución de la tuberculosis en Cuba y en el mundo, las autoridades de salud decidieron reconvertir el hospital en un hospital psiquiátrico hacia 1970. Sin embargo, con la llegada del llamado “Período Especial” de los 90, trasladaron a los pacientes a Pinar del Río y abandonaron el hospital de Guanito.
Finalmente, hace casi tres décadas, las autoridades del MINSAP decidieron abandonarlo todo y solo quedó un cascarón abandonado, vandalizado y fantasmagórico que el imaginario popular ha poblado de fantasmas.
El inmueble, totalmente abandonado, ha servido de refugio para damnificados de ciclones y familias vulnerables que se han instalado en su planta baja. Los rumores que indicaban que el esqueleto sería aprovechado para reconvertirlo en una instalación de turismo de salud, quedaron desmentidos por la apatía de las autoridades, que prefirieron abandonar un edificio singular, testigo del progreso de la Cuba republicana.
El ministerio de Salud Pública (MINSAP) se llevó todo el material médico y de servicios, incluyendo baterías de cocina, elevadores, aires acondicionados y camas, y cada cierto tiempo envió a algún arquitecto a hacer mediciones y levantar planos con la idea de recuperar una instalación de salud en cuyas ruinas hoy sobreviven los excluidos de un régimen empeñado en borrar y denigrar el pasado de una sociedad vibrante y próspera, con la intención de quedar en la historia como los salvadores de la nación.
Calificado por la historiografía revolucionaria como “un brillante en las manos de un mendigo”, el sanatorio Antituberculoso Pilar San Martín constituyó un ejemplo de la obra social del Nacional Reformismo en Cuba, una corriente política que se desarrolla de 1944 a 1952, con la llegada al poder del Partido Revolucionario Cubano (auténticos) y el amplio movimiento de masas que desarrolló el Partido del Pueblo Cubano (ortodoxos) desde la oposición.
Hoy día es una ruina engarzada en la decadencia generalizada instaurada por la llamada “revolución” y su imposición violenta del comunismo, única ideología permitida y causante de la extinción de la pujante sociedad civil de la República.