El doctor cubano Roberto Edelso Ramírez falleció en la provincia de Cienfuegos a causa de la falta de insumos médicos para pacientes en cuidados coronarios. Su hijo, Edgar Ramírez Turiño, denunció en Facebook que la escasez de equipos médicos esenciales y la aparente falta de respuesta del personal provocaron el trágico desenlace en el Hospital Gustavo Aldereguía Lima, exigiendo una respuesta de las autoridades.
El doctor Ramírez, un médico graduado con título de oro y reconocido en Venezuela por su destacada labor durante ocho años, trabajaba en el área III (Cruz Roja) de Cienfuegos. Había sufrido un infarto hace cinco años que se repitió hace dos semanas, por lo que fue hospitalizado y dado de alta el 29 de julio. Sin embargo, su salud se deterioró nuevamente el 31 de julio, y tuvo que ser ingresado en la sala de terapia intensiva de cardiología, relató su hijo.
Un sistema de salud en crisis
"Nos dijeron que había que hacerle una coronografía en el cardiocentro de Santa Clara, pero no había disponibilidad de una ambulancia de cuidados intensivos"; sin embargo, los médicos tranquilizaron a la familia asegurando que "el medicamento que le estaban pasando por el suero era prodigioso, que con eso no se moría nadie".
Pero el paciente pasó la noche a oscuras y a las 5:40 am, cuando encendieron la luz de la sala, la cual nunca puede ser apagada en ese lugar, tenía la mano inflamada porque el trócar por el que pasaban el medicamento se salió de la vena, y no había para sustituirlo. "Llamé a la enfermera, y se dio cuenta que se le había salido el trócar. 'Jummm', dijo la enfermera, 'y aquí que no hay nada'. Mi padre estaba bien orientado, y como especialista me dijo: 'ojo a partir de ahora con la frecuencia cardíaca porque me está dejando de entrar el medicamento'. Ella colgó la aguja con el suero en su soporte, iniciando el conteo regresivo del tiempo de vida del paciente", contó Ramírez Turiño.
Finalmente, la familia tuvo que encontrar un trócar por su cuenta, pero al intentar colocarlo en el paciente se rompió por la manipulación. "Comencé a llamar a amigos, y apareció una mochita. La frecuencia cardíaca ya estaba en un cuadro azul claro mostrando 126, luego de haber pasado la noche entre 88 y 94. Entre tanta desesperación, mi padre me dijo que estaba entrando en pánico, que llamara nuevamente a la cardióloga de guardia", relató el familiar de la víctima.
Afirma que fueron momentos terribles. "Mientras buscaban a la doctora, mi papá le pidió a la enfermera que le inyectara una furosemida rápido, a lo cual la enfermera respondió: 'oye, tú eres médico, tú sabes perfectamente que aquí no hay nada'".
En ese momento, el padre le pidió al hijo que le pusiera "oxígeno que estoy en pánico y se me van a encharcar los pulmones". Cuando le dijo esto a la enfermera, ella afirmó que "aquí tampoco hay un tenedor para el oxígeno".
"Al escuchar eso, me dijo que rompiera una manguerita de suero vacío y la pusiera directo. Eso fue lo que hizo la seño, mientras yo, desesperadamente, le echaba aire a toda velocidad con mi pañuelo ya lleno de lágrimas. En eso, apareció la cardióloga, y al ver el cuadro, fue por el desfibrilador. Mi papá pidió abrir una jeringuilla para quitarle la aguja y darle entrada al medicamento que estaba en el suero. La cardióloga pidió urgentemente una furosemida a la enfermera, y le dijo que no había, pero creía que había una en su cartera. Bingo, efectivamente, había una en la cartera", continuó el relato.
"En pleno shock de pánico, al ver que no acertó a ninguna de sus solicitudes en el preciso momento en el que ocurría el episodio, mi padre me miró fijamente y me dijo sus últimas palabras: 'ay hijo, me voy a morir'. Cayó su frente sobre mi pecho, y yo perdí el conocimiento. Cuando logré recuperarlo, me encontraba acostado en un sofá con un ventilador fijo, y mi hermano corría por toda la sala y el hospital", detalla la publicación.
Finalmente, trasladaron al paciente a la sala polivalente de cuidados intensivos, donde en media hora falleció. La familia no solo exige una respuesta de las autoridades, sino acciones para impedir que muertes evitables continúen ocurriendo en Cuba, donde las denuncias por falta de insumos en los hospitales son crecientes.
"No estoy reclamando a un albañil si se equivocó y puso un ladrillo torcido, al cual se le da un martillazo, se tumba y se reemplaza con otro nuevo; estoy queriendo hacer justicia por alguien indefenso que estaba enfermo y esperaba que se le asegurara lo necesario según lo que él había estudiado y puesto en práctica a lo largo de su carrera médica", subrayó el hijo.
"Voy a publicar esta narrativa para ver si compartiéndola logra llegar a quienes inicialmente la dedico y se hace justicia. No me interesa quién pague porque mi padre pagó con el mayor costo sin tener ninguna responsabilidad; con su vida. Exigimos como familia que nos confirmen si el hospital estaba tan verdaderamente desabastecido, carente de insumos básicos en una sala de cuidados intensivos coronarios. ¿Volverán a decir que nuestra principal fortaleza es la salud y que se escribe con letras doradas?", cuestionó.