El atleta cubano Yasmani Copello Escobar (La Habana, 1987) defenderá los colores de la bandera de Turquía en la prueba de clasificación de los 400 metros vallas masculino, programada en el calendario de los Juegos Olímpicos de París para el próximo lunes 5 de agosto, desde las 10.05 am. Habrá repesca el 6 de agosto a las 12.00 horas. Después vienen las semifinales, el 7 de agosto, a las 19.35 horas, y la final será el 9 de agosto, a las 21.45 horas (de Europa).
A sus 37 años, el cubano, nacionalizado turco en 2014, arrastra una historia llena de vallas (para bien y para mal) en su carrera deportiva. Se inició en el atletismo con 12 años, pero antes había hecho boxeo. Dio el salto a las pistas gracias a un profesor que tuvo, que le decía que dejara la bobería del boxeo, que él era muy rápido y tenía que hacer atletismo. Y así fue. Empezó en los 110 con vallas y luego pasó a entrenar con Omar Demístocle González Ortiz, un hombre muy importante en su carrera, que le dijo siempre que iba a ser olímpico, como así ha sido.
Una carrera llena de obstáculos
De adolescente tuvo problemas de crecimiento, con dolores de rodillas, pero de un año para otro pegó el estirón. Con 19 años se proclamó campeón júnior de 400 vallas masculino en Cuba, pero por políticas internas de la Isla no asistió a su primer campeonato mundial.
La historia se repitió en 2006 cuando entró a la selección nacional y solo permaneció en ella dos meses debido a que le prohibieron prepararse con su entrenador habitual. Luego fue plata en los Centroamericanos y del Caribe de 2008, celebrados en Cali, Colombia. Ese año consiguió el oro en 4X400 del equipo cubano que participó en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo de Iquique, en Chile.
Su experiencia en la selección nacional de Cuba no fue buena. Años después, ha recordado que siempre estuvo muy presionado. Les inculcaban que tenía que ganar al que tenía delante y no dejarse ganar por el que tenía detrás. La presión era muy alta y no lo pasó bien.
En 2010 le dieron de baja de la selección nacional, con solo 23 años, porque hacía falta hacer recortes y él siguió entrenando, viajando desde La Habana Vieja hasta el estadio Pedro Marrero, en Playa, y hasta Guanabo, para correr en la arena de la playa, "siempre con la rabia de demostrarle a ellos que se habían equivocado". Fue así como buscó su futuro fuera de Cuba.
La etapa española
En 2011 comenzó a entrenar en España con el Club Playas de Castellón, pero allí había un español que hacía tiempos similares a él y cuando llegaron los recortes, Copello nuevamente se quedó fuera. En ese momento volvió a pasarlo mal y tuvo un bajón deportivo que le llevó a plantearse regresar a Cuba.
En julio de ese año, un mánager búlgaro le comentó la posibilidad de formar parte de un club en Turquía, con la condición de que compitiera en todas las especialidades para sumar puntos. La misma noche que los turcos vieron el talento que tenía, le ofrecieron la nacionalidad.
En Turquía su carrera deportiva cambió, sobre todo, tras empezar a entrenar con el italiano Massimo Matrone. En 2015 hizo entre diez y doce carreras para hacer la mínima para el Mundial de Pekín. Pedían 49.40 y él hacía 49.70, 49.80. Viajó incluso durante 22 horas para hacer una competición en Grecia para buscar la mínima. Llegó allí e hizo 49.54 y el entrenador le decía que ya no sabía qué hacer, que todo estaba en sus piernas. A siete días para que cerrara el plazo, pidió al club que le organizara una carrera nacional y en esa hizo 49.39, la mínima mundial, y después de conseguirlo sintió que se había liberado su cuerpo. Poco después hizo tiempos de 48.92, 48.64... Como le decía su entrenador, todo estaba en sus piernas.
Llegan las medallas
En 2016 se proclamó campeón de Europa en los 400 con vallas, en Ámsterdam. Ese día lloró porque vio cómo todos sus esfuerzos habían merecido la pena. Eran lágrimas, como comentó a Martí Noticias, de "toda una vida de sacrificios". Ese año sus resultados siguieron siendo de élite. En los Juegos Olímpicos de Río, celebrados en 2016, consiguió la medalla de bronce. Las cosas siguieron mejorando y en 2017 logró la plata en el Mundial de Atletismo de Londres, por delante del norteamericano Kerron Clement, que había conseguido la segunda posición en Río. Esta fue la primera medalla que Turquía alcanzó en un mundial.
Ahora el cubano llega a los Juegos Olímpicos de París con un palmarés elitista: ha subido al podio en unos Juegos Olímpicos, en un mundial y en un europeo. Su bronce en Río lo consiguió con 47.92 y el récord mundial de esta disciplina está en 46.98.
Enamorado de los frijoles negros de su mamá y de la música, este veterano atleta cubano, de 1,91 metros de estatura, ríe como un niño y entrena fuerte después de, como él mismo dice en su cuenta de Instagram, desbloquear el "36+1", en alusión a sus 37 años.
El primer paso para subir al podio es clasificarse para los Juegos y eso ya lo ha logrado. Ahora toca buscar la clasificación para la final de París. Una vez dentro, todo puede pasar.