Pese a la insuficiente producción nacional de alimentos, la escasez de divisas para la exportación y una crisis de combustible que afecta los traslados, el régimen cubano afirmó que mantendrá la canasta familiar normada, aunque reconoció la falta de recursos.
“Casi todos los productos de la canasta familiar hay que importarlos, y esta es la prioridad a la hora de destinar divisas para invertir”, expuso el primer ministro Manuel Marrero Cruz en palabras recogidas por el oficialista sitio digital Cubadebate.
La canasta familiar: una "conquista" que no se abandona
Durante el trabajo en la comisión de Atención a los Servicios, previo al tercer período ordinario de sesiones de la décima legislatura, Marrero se refirió a la importancia de la canasta, que, “a pesar de sus insuficiencias, es una conquista que se mantendrá”.
Asimismo, expuso que la distribución “ha presentado dificultades en su estabilidad en tiempo, porque el financiamiento no se obtiene de forma oportuna”.
Vale recordar que a inicios del mes de julio, los pobladores de Holguín recibieron el faltante de arroz que el gobierno les debía de junio. Una situación similar se vivió en toda la zona oriental de la isla. Desde el 2022, se incrementó la dependencia de las importaciones para asegurar los productos, al disminuir la participación de la producción nacional de arroz, frijoles, huevos, leche y otros alimentos.
Precios y distribución: un problema sin solución
Marrero Cruz también se refirió al tope de precios realizado recientemente a seis productos básicos, medida que tiene como objetivo que los precios no sigan la tendencia de incremento sostenido. Reconoció que en las tiendas MLC los productos pueden ser más caros que en las Mipymes, porque no se importan desde los mismos países, y afirmó que las TRD tomarán medidas sobre el asunto.
Por su parte, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, también habló sobre las demoras, pero sin dar una solución de peso: “Se debe comunicar mejor esta situación al pueblo, y la comunicación territorial es insustituible”.
En junio, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel insistió nuevamente en la idea más importante de la “continuidad”, a saber, que la responsabilidad de que los ciudadanos tengan satisfechas sus necesidades básicas corresponde a los gobiernos locales y no a los dirigentes que controlan la centralizada y planificada economía del régimen comunista.
Al tema de los alimentos y la canasta básica en la nación antillana, el gobierno cubano no parece encontrarle solución. Si ahora gritan a viva voz que mantendrán esa “conquista”, el destituido ex ministro de Economía de Cuba Alejandro Gil Fernández afirmó en diciembre que “es una distorsión que tenemos que corregir”.
“Está el tema de la canasta familiar normada. Hay un estado de opinión de nuestra población de que estamos manteniendo el subsidio a todas las personas por igual. Sin embargo, no todas las personas tienen el mismo nivel ni la misma capacidad adquisitiva”, dijo el funcionario en el espacio de la televisión oficialista Mesa Redonda, que fue dedicado a las nuevas medidas que impulsa el gobierno tras el fracaso de la llamada “Tarea ordenamiento”.
“Ese es un asunto que tenemos que revisar porque esa pretensión de mantener un nivel de aseguramiento de productos a precios muy subsidiados en la actualidad, realmente cuando usted lo revisa por dentro no es una distribución equitativa o justa”, agregó.
Gil se quejó del “altísimo costo que está teniendo para el país mantener esa canasta familiar normada”. “A nosotros nos cuesta 1,600 millones, 700 millones más para importar la misma cantidad de productos que importábamos en el 2019”, dijo Gil, quien -hasta lo que se conoce- se encuentra detenido acusado por corrupción.