El 15 de julio de 1960, la legendaria cantante cubana Celia Cruz desayunó con su madre en La Habana por última vez. Le prometió que estaría de vuelta en Cuba para Navidad y tomó un vuelo con destino a México, pero nunca pudo cumplir su promesa.
"Comenzaron a llamarnos para abordar el avión y sin saber que era la última vez, sentí el sol de Cuba brillar en ese cielo. Me viré para atrás y vi a Ollita (su madre) sonriendo en la terraza de la terminal, y le soplé un beso", narró la cantante en su autobiografía.
Un exilio que jamás terminó
Celia Cruz salió de Cuba para hacer una gira artística con La Sonora Matancera. Lo que inicialmente sería una breve ausencia se convirtió en un exilio permanente.
En octubre de 1960 la situación política en la isla se radicalizó y el régimen liderado por Fidel Castro, no permitía, ni permite, disidencias ni críticas.
La fama de Celia Cruz creció con el paso de los años y se convirtió en una figura pública con una postura contra el régimen. La negativa a permitir su retorno, fue un claro mensaje del control absoluto del gobierno cubano sobre cualquier forma de oposición.
Un símbolo de resistencia
Durante su exilio, la Reina de la Salsa se alzó como símbolo de la resistencia y la lucha por una Cuba libre. Su visita a la base naval estadounidense en Guantánamo es un episodio recordado con gran emoción.
En un acto cargado de simbolismo, Celia se agachó y recogió un puñado de tierra cubana en sus manos, llevándose un pedazo de su patria.
Este gesto, más que un acto de nostalgia, fue una declaración de amor por su país y de rechazo al régimen que le prohibió volver.
A lo largo de su vida, Celia Cruz expresó en varias ocasiones su dolor por no poder regresar a Cuba, ni siquiera para enterrar a su madre. El régimen no solo la exilió físicamente, sino que intentó borrar su legado cultural dentro del país. Sin embargo, su música y su espíritu continúan vivos.
El legado de una voz imbatible
Es importante en el actual contexto que vive Cuba, recordar a Celia Cruz no solo como una extraordinaria artista, sino como una voz que nunca dejó de denunciar la injusticia y la opresión.
Su exilio forzado es un testimonio del régimen autoritario que ha gobernado la isla durante más de seis décadas y que mantiene a miles de cubanos lejos de su país, de su familia, de su patria.