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Una flota rusa en La Habana: ¿Protección o peligro?

jueves, 13 de junio de 2024 por Yasmin Martín

Una flota rusa en La Habana: ¿Protección o peligro?
Fragata "Almirante Gorshkov" - Imagen de © Roberto Garaycoa Martínez.

La reciente llegada de una flota de la Marina de Guerra rusa a la Bahía de La Habana, compuesta por un submarino nuclear, un buque petrolero, un remolcador de salvamento y una moderna fragata, ha generado una mezcla de admiración y críticas entre los cubanos. Este despliegue, que se extenderá hasta el 17 de junio, ha atraído la atención tanto de locales como de observadores internacionales, destacando la significativa presencia militar rusa en territorio cubano en un momento de crecientes tensiones geopolíticas.

Los ecos de la crisis de octubre

La llegada de estos barcos rememora en los cubanos los sucesos de la crisis de octubre de 1962, donde Cuba fue un peón soviético en el juego estratégico entre las dos potencias. Este evento no solo marcó un punto crítico en la Guerra Fría, sino que también demostró cuán fácilmente la isla puede convertirse en un campo de batalla por intereses ajenos. Los ecos de esa crisis aún resuenan en la memoria colectiva, y la actual situación no es menos preocupante. La historia parece repetirse con el régimen actual, quien, a pesar de las lecciones del pasado, sigue permitiendo que Cuba se convierta en un peón en el tablero de las grandes potencias.

El gobierno cubano recibe con orgullo la flota rusa, creyendo que esta acción valida su régimen ante el mundo. Sin embargo, no entiende que los rusos solo están usando a Cuba en una nueva jugada estratégica. En el contexto de la guerra de Ucrania, la OTAN acerca sus armas a Rusia, y en respuesta, Rusia lleva las suyas cerca de EE.UU. La llegada de la flota rusa a La Habana no es un gesto de apoyo desinteresado; es una maniobra calculada que busca equilibrar el poder frente a las acciones occidentales en Ucrania. ¿Le saldrá bien esto a Rusia? Puede ser, o no. La historia ha demostrado que las apuestas geopolíticas de este calibre son altamente impredecibles y pueden tener consecuencias devastadoras.

Lo que importa aquí es que Cuba, ahora como en la crisis de octubre, será solo un peón desechable. Y eso Díaz-Canel debería saberlo, si tuviera dos dedos de frente. El liderazgo cubano parece olvidar que en el juego de las superpotencias, los peones son sacrificables. El riesgo de convertir a Cuba en un campo de batalla nuevamente es real y aterrador. La situación actual no es diferente: Cuba corre el riesgo de quedar atrapada en medio de un conflicto entre gigantes, sin ningún beneficio real para su población.

Las verdaderas necesidades del pueblo cubano

Para los cubanos, esta visita no cambia nada. Los comentarios en redes y medios reflejan claramente sus necesidades reales: comida y electricidad. "Ahora sí estamos bien, en vez de traer comida y medicamentos, traen armas" dice Melani Gasca, mientras que Rosa Maria Rivero Garcia expresa: "Para qué tantos barcos de guerra, COMIDA, MEDICINA Y TERMOELÉCTRICA es lo que hace falta." El pueblo cubano está cansado de despliegues militares y de ser utilizado como moneda de cambio en conflictos que no les benefician. La realidad es que estos barcos de guerra no traen soluciones a los problemas cotidianos de los cubanos. Las carencias de alimentos, medicinas y energía eléctrica son las verdaderas urgencias que el régimen debería atender.

¿Será esta visita solamente una anécdota? Esperemos que sí, y que los rusos se vayan con sus misiles a otras tierras. Una estancia prolongada o si esta visita se convierte en una avanzada de bases rusas en Cuba podría crear una situación potencialmente peligrosa para la isla, y un aumento drástico de las restricciones impuestas por el embargo norteamericano. Cuba no puede permitirse convertirse nuevamente en enemigo de los EE.UU. El país no necesita volver a estar en medio de otra crisis de octubre, menos aún en un momento como el actual. La historia debe servir de lección y no de simple recuerdo para evitar que los errores del pasado se repitan en el presente.

El gobierno vuelve a demostrar que no es más que una piedra enorme en medio del camino del pueblo cubano hacia la prosperidad.